Wow. OK, entonces ahora ya estoy a salvo... No del todo. Aún está el efecto de la “tuba de pescado azul”. ¿El qué de qué? ¡Eso no tiene sentido! Precisamente. Cada una de esas palabras individualmente tiene significado, pero puestas en ese orden juntas no tienen sentido. A menudo, eso es lo que le parece a alguien que no comparte tu visión conceptual del mundo. La comunicación es robusta por un lado y frágil por otro. Es robusta en el sentido de que el lenguaje es bastante resiliente; pero es frágil en el sentido de que cuando hablas con alguien cuya visión filosófica del mundo es vastamente diferente a la tuya, cuando intentas explicar un concepto difícil, tus palabras acaban sonando como “tuba de pescado azul”. Es el concepto lo que es difícil, el concepto lo que es foráneo a quien escucha, y las palabras dejan de tener sentido. Imagina por ejemplo una persona para la cual la idea de relación es “compromiso significa exclusividad”. Si le dices a esa persona que “es posible estar comprometide con más de una persona a la vez”, tus palabras van a sonar como “tuba de pescado azul”, porque el concepto del compromiso inherentemente implica exclusividad para esa persona -decir “compromiso con dos personas” equivale a decir “la tuba es tan grande que es diminuta”. Explicar un concepto desconocido a alguien es particularmente frustrante. A menudo, hay que invertir gran cantidad de trabajo en aislar e identificar los lugares donde vuestros marcos conceptuales no coinciden, y construir cuidadosamente un puente entre esos marcos diferentes. Wow. Pues sí que se vuelve delicado. Pero una vez que paso ese obstáculo ya estoy a salvo, ¿verdad? Pues… No. Aún continua siendo complicado. Porque está la segunda parte de la comunicación que aun no he mencionado, escuchar.
La escucha es activa, no pasiva. Si estás planeando lo que vas a decir después, no estás escuchando. Si estás mirando por la ventana, no estás escuchando. Si estás tan concentrade en presentar tu visión que se te ha olvidado que tu amor también tiene la suya, no estás escuchando. Y la escucha se turbia por el hecho de que la gente rara vez recuerda las palabras exactas que les dicen, recuerdan solo los conceptos. Lo que significa que si malinterpretas el concepto, estás jo*$%#. Uno de los problemas más comunes con la comunicación desde el punto de vista del oyente es la interpretación. Si crees que has entendido a tu amor, puede que asumas que tu interpretaciónn es la única correcta y si te equivocas, puede que te resistas a lo que tu amor está realmente tratando de decir. Pero yo estoy escuchando a mi amor, ¡es solo que mi amor no me está escuchando a mí! Y desde la perspectiva de tu amor, es exactamente la misma situación, pero con los pronombres intercambiados. Es sencillo sentir que no te están escuchando cuando no estás escuchando a tu amor, y acabar en una competición de quién dice su parte; olvidando que el propósito de la comunicación es la comprensión mutua. Si no entiendes a tu amor, no puedes comunicarte con tu amor; es aquí donde las cosas empiezan a torcerse si no prestas atención: necesitas entender de dónde parte tu amor incluso si personalmente piensas que está siendo irracional o se equivoca. No puedes ignorar lo que dice simplemente porque creas que está siendo tozude o irracional; de entrada, la realidad emocional de tu amor es diferente a la tuya. Puede ser que tu amor esté intentando expresar algo que no encaja con tu marco conceptual y tú estés sufriendo del efecto de “tuba de pescado azul”. Si quieres entender a tu amor hay algunas cosas que debes tener presentes:
Yo no tengo un sentido exagerado del insulto, ¡mi amor me ha hecho daño! Cuando sientes que tu amor te ha herido puede sentirse correcto, justo y razonable querer descargarse contra tu amor. Después de todo, tu amor se lo merece, ¿cierto? Te hizo daño, ¿verdad? Siempre que te sientes así, sin embargo, se vuelve muy importante recordar dos cosas:
OK, entiendo la escucha activa y entiendo que puedo permanecer razonable incluso si pienso que mi amor no lo está siendo… Pero eso no me ayuda si mi amor no quiere hablarme. Cierto. Hay muchas razones por las cuales tu amor puede no querer hablar contigo. Un amor que no desea hablar crea serios problemas pues, como he dicho antes, la mejor medida de salud en una relación es la calidad de la comunicación en ella. Algunas de las razones por las que un amor puede no querer hablar están fuera de tu control. Pero muchas se pueden manejar. Lo mejor que se puede hacer para ayudar a tu amor a abrirse a ti es dejar claro que es seguro hacerlo. La comunicación es una habilidad adquirida. Muchas personas tienen miedo de hablar abierta y honestamente con sus amores porque se avergüenzan de las cosas que sienten y quieren, o porque tienen miedo de cómo responderán sus amores, o de volverse vulnerables hacia sus amores, o de que se rían o de ser rechazades. Puedes hacer mucho para reafirmar a tu amor que esto no pasará -que no te burlarás, no le rechazarás, no te reirás o pensarás peor de tu amor sin importar qué diga. Incluso si dice cosas que no quieres oír. Pero cuando le digas a tu amor que es seguro hablar de forma abierta y honesta contigo, asegúrate de decirlo en serio. Lo peor que puedes decirle a tu amor es: “Está bien, me puedes decir lo que sea”, y después castigarle o reaccionar mal a lo que dice. ¡Madre mía! ¿algo más? Me alegra que preguntes. Una vez que tengas todo esto, estás casi a salvo. Sin embargo, hay algunos puntos más a considerar:
Una discusión ocurre porque existe un problema en la relación. Tu amor no es tu adversario. Ambes tenéis el mismo objetivo, que es resolver el problema. Establecer culpabilidad no ayuda a ese objetivo. Habiendo dicho eso:
Traducción realizada por Poliamor Bogotá del escrito: Communication in Relationships - More than Two |
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