El sábado 25 de mayo de 2019 cerca de 60 personas nos reunimos para conversar sobre un tema que es tan tabú dentro de la comunidad poliamor como fuera de ella (o más). Aunque las dinámicas poliamorosas buscan transformar por medio del diálogo honesto y los consensos entre les individues la forma en que entendemos y vivimos las relaciones, los riesgos que se presentan en relaciones más hegemónicas también se manifiestan en estos ámbitos. Uno de estos es el abuso que, de forma visible o invisibilizada, puede estar permeando las acciones de una o varias de las personas de la polícula. Por lo anterior, se buscó en este espacio discutir, a partir de las experiencias y análisis de les asistentes, herramientas de identificación y trabajo sobre los problemas de abuso. Así, fue necesario delimitar conceptualmente qué era el abuso. Para ello se subrayó en varios de los grupos que el conflicto hace parte de nuestras interacciones diarias, así como también se considera necesario para encontrar soluciones a puntos de vistas divergentes o hallar lugares comunes. Sin embargo, al traspasar los límites de respeto propio y del otre, este conflicto se convierte en abuso; especialmente cuando intervienen dinámicas desiguales de poder. Estos límites varían para cada persona y/o contexto, lo cual hace que no siempre sea fácil establecerlos o visibilizarlos claramente. Aunque al evocar la palabra abuso se tienen imaginarios de abuso físico o psicológico en muchos casos evidente, cabe subrayar que el abuso se puede presentar en diferentes aspectos que incluyen formas menos obvias como la manipulación emocional, la burla, la invisibilización del otre, la negación de su identidad, los olvidos frecuentes, etc. El abuso comienza al traspasar la línea tenue de nuestros limites, los cuales se van flexibilizando a medida que el abuso tiene lugar. Es entonces posible que, al caer en cuenta de los hechos abusivos, sea ya una situación donde el abuso es significativo. Estos limites no son rígidos, sino que son dinámicos y varían. Se debe entonces estar evaluando constantemente donde se encuentran nuestros limites en diferentes momentos y situaciones. Además, es importante resaltar que la cultura que nos permea legitimaría algunos de estos comportamientos, los cuales le dan poder a ciertos grupos sociales al implementar la burla repetitiva, la invisibilización o negación del otre. En cuanto a la intención, esta se evoca como un determinante de si el abuso es premeditado o no. En relaciones donde uno de los integrantes está en situación de vulnerabilidad, la contraparte puede tomar beneficio personal. Cuando la intención no es un factor presente, sería la falta de consciencia relacional la que anularía la autonomía y la libertad del otre. En este caso: “Lo importante sería responsabilizarse del daño que podemos hacer a otres. Una corresponsabilidad, el otre puede presentarse como un espejo donde proyectamos nuestro interior”. Se resalta también la empatía como medio para hacernos conscientes de los límites de los demás, para aprender a comprender las situaciones desde otras perspectivas o tomar consciencia de nuestra capacidad de hacer daño para evitar en lo posible que suceda. Posterior a la definición de abuso relacional, se profundizó en las situaciones específicas del poliamor donde se reproducen comportamientos abusivos. Aquí se encontraron diversas situaciones que pueden tener origen en patrones de comportamiento integrados desde el amor romántico, tales como lógicas de control y manipulación. Se mencionan entonces situaciones donde haya dependencia afectiva o económica, donde no haya consenso sino coacción a participar en el poliamor. Cuando se obliga al otre a entrar en una relación no exclusiva, explotando la dependencia y/o el querer mantener la relación. Igualmente, se identificaron situaciones donde las relaciones de poder son asimétricas y, por consiguiente, se vulneran desde el privilegio las oportunidades u opciones del otre. Se evoca el error al establecer relaciones desde la igualdad en lugar de enfocarlas desde la equitatividad. También se comentó que, al establecer una posición de jerarquía en la relación, los vínculos secundarios se pueden ver en una situación menos favorable donde se presenten desequilibrios afectivos. La cuestión de establecer jerarquías en la relación fue debatida. A esto, se respondió que en el sentido práctico y real de las relaciones poliamorosas, el establecer prioridades es también una necesidad. Necesidades en lo que concierne el espacio, el tiempo y respeto del otre. Además, se considera que en ciertos casos el poliamor puede ser utilizado como fachada para engañar o para no responsabilizarme del cuidado del otre. Al no tomar a cargo las emociones del otre, se reproducen esquemas de irresponsabilidad afectiva y falta de empatía. Se deben tener en cuenta también situaciones donde se dé ruptura de acuerdos, olvidos abusivos, no respetar los tiempos y los procesos del otre, etc. Finalmente, se menciona que el derecho al veto seria una forma de abuso pues al tomar decisiones que afecten al otre, se ejerce un poder que puede resultar restrictivo. La falta de comunicación impide la creación de acuerdos, la reflexión y el apoyo mutuo que es no solo importante sino esencial en todo tipo de relaciones afectivas. En cuanto a si se han vivido experiencias de abuso en nuestras relaciones afectivas, en la mayoría de los grupos se identificaron los principales tipos de abuso que se han vivido. Desde una óptica fuera de la victimización, se considera que todes hemos recibido y ejercido violencia de alguna manera. La manipulación en todas sus formas aparece como la forma mas usual de abuso, dentro de estas aparece el “gas-lighting” o cortina de humo para hacer que el otre no confíe en sí mismo. Igualmente, el generar culpa inversa. No obstante, el abuso toma también manifestaciones poco notorias, pero que ejercen también cierto nivel de violencia como las promesas rotas, negligencia afectiva, rupturas drásticas no previsibles y hasta bloqueos de redes sociales para cortar el contacto. Hablando específicamente de poliamor, el establecer acuerdos que resultan beneficiosos para une de les integrantes de la relación, pero tal vez no para todes. Cuando hablamos directamente sobre nuestras acciones abusivas, llegamos a evaluar nuestras relaciones afectivas actuales y en qué situaciones concretas hemos cometido un acto de abuso. Al analizarnos a nosotres mismes, la severidad del juicio sobre nuestro accionar abusivo disminuye, no es evidente reconocer situaciones donde también nosotres propiciamos abuso. Se menciona que es mucho mas fácil identificar el abuso en situaciones de confrontación que en la cotidianidad. Entonces se evocan situaciones del día a día en las que podemos caer fácilmente como por ejemplo el criticar al otre, vehemencia excesiva, uso de sarcasmo o burla. Igualmente, se vuelve a mencionar la manipulación emocional como visibilizar la debilidad del otre para reforzar una posición de privilegio, fragmentando su identidad. Muy interesante también analizar nuestros errores al, por ejemplo, no responsabilizarnos de nosotros mismos; dependiendo emocionalmente, sumiéndonos en exigencias y demandas que deterioran la relación afectiva. Otros tipos de abuso identificado son la manipulación argumentativa, apelar a la superioridad intelectual, el hacer halagos ambiguos, menospreciar, forzar acuerdos, juzgar y ridiculizar. Habiendo identificado la problemática, se hizo necesario preguntarnos cómo podemos responsabilizarnos emocionalmente de estos actos, para lo cual se habló principalmente de estrategias de identificación preventiva y paliativa de abusos, aprendizaje activo de herramientas de gestión emocional y trabajo en equipo para manejar la problemática. En cuanto a las estrategias de identificación, este proceso debe darse idealmente en los inicios de la relación e incluso en los momentos de tranquilidad, listando las preferencias frente al modo de amor, las inseguridades y abusos previos que los miembros de la polícula han vivido, de manera que puedan tenerse presentes en las interacciones presentes y futuras sin encasillar ni culpabilizar. Este proceso de identificación puede ayudar a localizar creencias que en la educación y la crianza hayan formado paradigmas que normalicen el abuso, por lo que el establecimiento de límites emocionales y relacionales claros desde el principio es importante no solo en la revisión de compatibilidad, sino también en la prevención de abusos futuros. Por otro lado, es importante no dejar pasar los abusos en términos de magnitud, debido al potencial de los pequeños abusos de crecer, además de contribuir a erosionar los límites relacionales establecidos. Presenciado o vivido el abuso en la relación, es importante tener herramientas sólidas de gestión emocional, como la regla de los veinte minutos para limitar el tiempo máximo de discusiones difíciles que pueden desbordar las emociones. Esta y otras técnicas de comunicación son importantes, ya que permiten claridad en los argumentos y sentimientos expresados, evitando el riesgo de distorsionar el problema. Siempre que sea posible, desescalar la intensidad de una discusión con técnicas acordadas previamente, como forma para evitar llevar el conflicto más allá de los límites. Por ejemplo: “Cuando no pueda más, voy a decir que necesito salir a fumar un cigarrillo y vas a darme 5 minutos -sin debatir, luego seguimos hablando o acordamos en qué otro momento continuar la conversación”. Enfrentando estas emociones, es clave recordar que ante todo debemos priorizarnos como individuos, sin que esto suponga dejar de manejar una comunicación asertiva y respetuosa, tanto física como verbal. Otra herramienta fundamental es el manejo de la culpa. Un manejo efectivo del problema no puede ser estableciendo culpas sino responsabilidades. Es imprescindible que, ante la identificación de algún abuso, haya una responsabilidad que asumir y expresar al otre. A su vez, es importante que este diálogo esté fundamentado en la escucha profunda, una que no parta de los prejuicios ni la oportunidad de réplica, después de todo: “La culpa iría hacia el pasado, en cambio la responsabilidad estaría ligada hacia el futuro y la reparación”. De esta discusión deben surgir acuerdos de no repetición, buscando un enfoque hacia la solución en el presente. De este proceso también deben surgir preguntas de autoevaluación sobre cómo se está lidiando con la basura emocional (cargando nuestras relaciones afectivas con quejas, peleas y falta de paz interior, etc.) y qué estrategias podemos utilizar para fomentar autocontrol y canalizar las emociones pesadas. Frente a cuáles de estas estrategias se pueden ampliar a formas de cuidado comunitarias -en las que se involucre la red afectiva completa, es importante generar una apertura de las experiencias y la información (a discreción) de modo que esto construya un espejo de retroalimentación sobre la naturaleza de nuestras conductas, no necesariamente como modelo a seguir, sino como insumo de información para la autoevaluación. Por otro lado, los espacios de concienciación pueden contribuir a la acumulación de estas experiencias y discusiones para implementación o comparación futura. Además, un factor protector importante es visibilizarnos como personas con ciertos valores (feministas, responsables afectivamente, etc.). Sin ser -como bien sabemos- una garantía, mostrarnos públicamente como personas que tenemos colectivamente límites claros en nuestras comunidades puede servir para concienciar, además de alejar, a quienes potencialmente ejercerían acciones de abuso en las relaciones. En conclusión, es importante reconocer que el abuso es un riesgo de las relaciones interpersonales, incluidas las que se enmarcan en lo que denominamos poliamor o relaciones no exclusivas consensuadas. Por ello, la identificación temprana, el auto-conocimiento y comunicación de nuestros límites y la gestión de situaciones de conflicto desde la responsabilidad afectiva con conocimiento de las desigualdades de poder que operan en ellas son esenciales. Como comunidad, no debemos olvidar que nuestra cultura legitima continuamente actos de opresión individuales y colectivos que constituyen abuso y violencia. Ningún abuso tiene justificación, no permitas ni ejerzas abuso en nombre del poliamor. ¡GRACIAS A TODAS LAS PERSONAS QUE PARTICIPARON EN ESTA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE SABERES! |
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